jueves, 5 de abril de 2018

40º Cinéma du Réel (II): . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ROMAN NATIONAL (Grégoire Beil, 2018)


Nos quedamos en el momento en que este que les escribe se disponía a asistir a la emision de su primera película en el marco de la 40ª edición del, atención al nombrecito, Festival International de Films Documentaires Cinéma du Réel.

Lo más probable es qu´, entonces, El Cinéfilo Ignorante s´encontrara en un estado de gran espesura mental propio de un novato. Ello explicaría que se personara en el esquivo Cinéma 2 más tarde de lo permitido aun habiendo dispuesto de tiempo apurado pero suficiente para llegar puntual a la sesión doble, que consistía en la proyección de los documentales THE WHITE ELEPHANT (Shuruq Harb, 2018), de tan sólo 12 minutos de duración, y de ROMAN NATIONAL (Grégoire Beil, 2018), cuyo metraje s´extiende por espacio de poco más de una hora.

¿Un bañito?


Echémosle la culpa al hecho d´estar recién llegado si hay que responsabilizar a algo del retraso a causa del cual le impedirán al Cinéfilo Ignorane el acceso a la sala cuando empieza el primero de los documentales. Para qué vamos a ocultar que es de lamentar porque, según se deduce de la reseña incluida en el recién adquirido programa de mano del Festival, The White Elephant prometía: una sucesión de imágenes del longevo conflicto presente en el Golfo Pérsico y en Palestina junto con una celebración de, glubs, trance music.

El caso es qu´estamos en la Europa más Europa, y el que llega tarde se tiene que fastidiar para, en este caso, no fastidiar a los demás, pues, una vez se accede a la sala durante la pausa entre una y otra película, se comprueba qu´el patio está a rebosar, lo que nos llena de gran satisfacción resumida en un optimista razonamiento personal: a la gente le gustan los documentales.

Del segundo de los d´esta sesión, o sea: de ese que sí permiten ver, sabemos, gracias al citado programa, qu´es un montaje en el que "se pasa de la futilidad a la inquietud" sin que s´explique qué quieren decir con eso. Por otra parte, el programa también nos desvela qu´el protagonismo se lo lleva l´aplicación de video-chat conocido como Périscope.

Empieza, pues, el anunciado Roman National con diversos vídeos d´escasa duración sacados de intercambios audiovisuales más o menos ágiles firmados por jovencísimos usuarios de la citada aplicación. Ya te puedes imaginar lo que viene a continuación: las típicas borderías de adolescente, los piropos sutiles o bestiales a cargo de mozalbetes en plena efervescencia hormonal y, por último, las poses de cuerpos escasamente vestidos en busca de la aprobación de sus interlocutores.

¿Ya está? Pues... sí, porque de eso se trataba. Para algunos, no debe ser lo bastante atractivo ya que, según detectó el mismo Cinéfilo Ignorante, al menos, tres de los espectadores que le rodeaban cayeron en un profundo estado de somnolencia del que a duras penas se recuperarán una vez terminada la película.

No es por jorobar, pero los durmientes se perdieron la parte más incisiva del documental: después de las ya enunciadas tonterías iniciales, se sacan a la luz acontecimientos de la historia reciente del mundo, frente a los cuales reaccionan de forma vehemente los usuarios del tal Périscope. No vamos a revelar de qué acontecimientos históricos concretos se trata por si alguno de los lectores es, como el redactor d´estas líneas, encarnizado enemigo del spoiling, pero sí le vamos a chinchar un poco a los que se quedaron fritos en sus mullidas butacas recriminándoles que la última media hora de la peli es lo que, de verdad, merece la pena de la misma.

Es cierto que tampoco se perdieron una obra capital, ya que los comentarios y grabaciones incluidos en Roman Nation no llegan a librarse del tono frívolo y descerebrado del principio así que, aparte de considerar a esta película como una especie de análisis sociológico de la juventud en relación con el uso de aplicaciones de comunicación con vídeos, no hay mucho qu´escarbar.

S´encienden las luces, se despiertan algunos de su letargo y llega, entonces, uno de los instantes más festivaleros de la sesión: el coloquio con los realizadores de las cintas recién visionadas. En el transcurso de tal coloquio, la atención se centrará en Roman Nation dejando de lado al documental emitido en primer lugar y que, como queda dicho, no llegó a ver El Cinéfilo Ignorante.

Seguro qu´estuvo bien
A Shuruq Harb, la directora de White Elephant, sí le habrán dejado unos minutos para expresarse en su exquisito inglés de Oriente Medio, que le sirve para responder a las pocas preguntas que le formulan tanto la presentadora del acto como miembros del público asistente. Ya terminado todo y cuando estamos todos abandonando la sala y en un alarde insospechado de confusión, El mismísimo Cinéfilo Ignorante se atreverá a felicitar a la directora por su documental. ¡Mérito tiene que una película reciba piropos por parte de alguien que ni la ha visto!


La estrella de la charla es, entonces, el tal Grégoire Beil, director de Roman National y a quien no se le pegado precisamente el desparpajo de los personajes de su obra. Sí que nos sirve deducir de su intervención que la mayoría de los extractos de su cinta proceden de los años 90, cosa un poco rara cuando alguno de los acontecimientos históricos presentes en la cinta tuvieron lugar en fechas posteriores a la citada década.
Todo es pose

Sin embargo, la apocada forma de comportarse del amigo Grégoire no le permite aclararnos mucho más. El hombre, alto pero enclenque, no precisamente un callo pero en absoluto seductor, ha de perder el miedo escénico si quiere ser un verdadero centro de atención: rara vez levanta la vista y menos con menos frecuencia todavía eleva la voz más allá de un susurro difícilmente audible.

En resumen: a esta película se le puede aplicar el manido término interesante, siempre útil cuando queremos referirnos a cualquier obra que nos parecido tediosa pero que, con un poco de más esfuerzo, podría haber salido bastante mejor parada. ¿A su favor? 1º) Que las imágenes se suceden rápidas y ligeras, 2º) que se mezclan muchos idiomas y eso da más vidilla a los insustanciales comentarios de los protagonistas y 3º) que refleja acontecimientos históricos sin separarlos de las charlas cotidianas de los jóvenes colgados de la telefonía móvil, es decir: de la realidad diaria.

Para que no digan que los aficionados se lavan las manos a la hora de juzgar una película, decidamos qué número d´estrellas se merece Roman Nation sobre un total de cinco que podría ganarse la película si fuera una Obra Maestra Absoluta. Desgraciadamente, no es el caso quedándose con...
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Por su lado, con lo que más se queda El Cinéfilo Ignorante de la sesión de hoy es con lo más destacado del anecdotario de la jornada. A su derecha está sentado un hombre en una franja de edad a medio camino entre mediana y tercera, y que se mueve con aparente intranquilidad, y que, además, está deseando hacerle preguntas al director estrella así como dedicarle encendidos elogios a cada paso, objetivos que cumplirá con creces pues consigue intervenir en la conversación más de una vez.

En un momento de prisa inesperada, el hombre abandona su asiento con tal frenesí que se deja en el suelo una funda de color oscuro, circunstancia en la que, por extraño que parezca, repara el autor d´este blog y, así, procede, como buen ciudadano, a entregársela al dueño. Según le cuenta el olvidadizo señor, se trata de una videocámara que, según él, está valorada en nada menos que 1.000 euros.

El dueño acoge la bondadosa acción con muestras de agradecimiento tan efusivas que hasta le ofrece un cadeau a este que les habla, consistente en regalarle algunas de las muchas fotocopias de vivos colores que le enseña a continuación. Ni corto ni perezoso, se acepta la recompensa escogiendo cuatro o cinco hojas en las que se ven calendarios cuidadosa y surrealistamente deformados.

Se ve que, como él mismo afirma, el caballero no anda muy bien de horas de sueño, lo que le hace comportarse de una manera poco ortodoxa pero no por ello falta de entusiasmo. Decide marcharse antes que el resto de los presentes y, en su camino a la salida, repite una y otra vez lo mucho que le ha gustado la película. Incluso, en la misma puerta, insiste en su "Bjavó! Bjavó! Bjavó!" dirigido a un Grégoire que parece no enterarse muy bien de que va la cosa.

¿Dónde si no?
Cine, mucho cine
Con esta anécdota, hemos tenido suficiente por hoy como primera aproximación al Cinéma du Réel.  Se va contento El Cinéfilo Ignorante, más que nada, porque se lleva el muy práctico programa de mano del Festival, de forma que, por fin, va a poder tener ideas más claras sobre las películas que podrá ver en los próximos días. Así, dedicará la mañana siguiente a elaborar su propio calendario fílmico. ¿Cuál será la próxima película? Mañana se verá.

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¡Qué entretenido es esto!