lunes, 19 de febrero de 2018

LA MEJOR PELÍCULA VISTA EN 2017



La última estadística tiene que ver con dato importante y escasamente objetivo a la hora d´enjuiciar a la ganadora. Se trata de la compañía con que vio El Cinéfilo Ignorante cada una de las 100 películas registradas en esta serie d´entradas que ya toca a su fin.

Obviamente, la memoria falla y, así, hay algunas pelis, como 10 ó 12, cuyo visionado no se recuerda con nitidez, es decir: que no acuerda uno con quién las vio. Dejamos de lado ese minoritario número y nos salen, al menos, 58 que se vieron en soledad, palabra que, por cierto, se caracteriza con un sonido dulce y, en muchas ocasiones, hasta tranquilizador. Soledad.

En el confort de un mullido asiento, ver una película bien cerca de la pantalla en compañía de uno mismo suele sentar extraordinariamente bien. Igual que ha sentado de maravilla enfrentarse a obras maestras y no tan maestras en compañías de amigos inolvidables.

Enlazamos esta estadística con el dato de que la película de que es objeto esta entrada final fue vista a la izquierda de una persona que, muy por desgracia, ya no existe físicamente. Tal circunstancia le añade emotividad e intensidad en su recuerdo.

No toca ahora de perderse en lamentos difícilmente transferibles. Lo que sí es de dominio público es que, ante la decisión de darle el título de ganadora a una película todavía por desvelar, cunde tanto la impaciencia como la intranquilidad en el todo Hollywood y, por supuesto, en los ambientes cinematográficos de Londres, París, Roma, Copenhague, Madrid, Valencia, Zafarraya, Córdoba (España), Bruselas, Nueva York, Santiago de Chile, Río de Janeiro y La Puerta de Segura.
Ya sí qu´es verdad que The Blogo goes to...



1. MANCHESTER FRENTE AL MAR (Kenneth Lonergan, 2016)

Empezamos por las luces que alumbran la proyección de la película: es, cuanto menos, curioso el título que se le ha dado en el mundo hispanohablante. El nombre de la localidad de Nueva Inglaterra (Estados Unidos) queda traducido a lo literal, como si fuera, en caso de trasladar un toponímico español a inglés,  Good Airs (Argentina) o Castellón of the Plain (Spain). Manchester Frente Al Mar suena, en efecto, a un Francfort sobre el Main o a un Río de Enero.

Por otra parte, el título le hace imaginar a´l Cinéfilo, en el colmo de su ignorancia, a la ciudad del Manchester United o del City y de estupendos grupos musicales ingleses de antaño como Joy Division, The Stones Roses o The Smiths. Pero la ciudad protagonista del título no tiene nada, absolutamente nada que ver, con la urbe bañada por el río Mersey del noroeste de Inglaterra.

Persevera el Ignorante en su espesor mental durante los primeros minutos de la cinta, en los que se hace un poco de lío, deshecho este poco después a medida que aquella se agranda, s´entiende y le atrapa a uno un hilo argumental que también se va haciendo cada vez más sólido y, con perdón del palabro de moda en el dorapildorismo de películas, cada vez más conmovedor.

Cuando le van agarrando de sorpresa al espectador con una trama que bien podría haber sucedido en cualquier parte del mundo con una familia rota, o sea: en el mundo entero, para entonces, cualquiera que la vea se irá reconociendo perplejo, admirado y, literamente, asido por los personajes, la historia, la música, los paisajes, las miradas y las complejas decisiones de actores y actrices, tanto protagonistas como secundarios (imposible no mencionar a quien hace de Randi) de todo un metraje de más de dos horas de duración.

Se olvida nombrar lo que se puede tener como más importante: los temas de que es objeto Manchester Sur-Mer. Si, a la situación de una familia rota, le añadimos una muerte trágica, el conflicto generacional, la necesidad de asumir una responsabilidad no deseada, las disputas entre hermanos, la ruptura amorosa, la permanencia del rencor y, por terminar de una vez, la necesidad de calor humano, y si los batimos en una mezcla magistralmente ejecutada, nos sale la película redonda que, sin saberlo, necesitábamos en nuestra vida.

Nos faltan los personajes que, aun respondiendo a ciertos esteoreotipos, poseen una personalidad propia que hace que nos puedan caer bien o no tan bien según el momento, exactamente igual que ocurre en la vida real. Que, encabezando el talentoso elenco, se nos aparezca el protagonista como el típico huraño con tendencia puntual a la homofobia o como el antisocial del pueblo que rumia las palabras en una voz que no sale del cuerpo también tiene su explicación; ahí están muchos minutos de la película para ir aclarando el porqué de ese carácter. Y que los secundarios vayan cada por su lado con sus características propias añade aún más credibilidad a la historia.

Igualmente, que los paisajes urbanos y marítimos se revelen, precisamente por ser fieles a la realidad, como el decorado perfecto y que, a la vez, sean hermosos con sus nubes permanentes, su nieve invasora y su omnipresente agua por ir de la mano de las emociones que bullen, hierven y se derraman por todo el recorrido histórico de la vida de los actuantes convierten a Manchester By The Sea en la obra maestra del año.

Por una vez, hasta vamos a coincidir con la opinión de l´Academia de Hollywood, que, de un buen puñado de nominaciones, le otorgó a la cinta el premio al mejor guion y a Casey Affleck el de mejor actor.

Pero ya saben que, a´l Cinéfilo, eso le da un poco igual. Él sólo entiende d´emociones cinematográficas y también de las otras, pues, por algo, miraba con emoción a la persona sentada en la butaca de su derecha en los numerosos momentos cumbre de la película que más merece la pena recordar del más del centernar visionado en 2017.