Uno creía que iba a ser peor todavía y no es un dato del que sentirse orgulloso, pero el total de películas en las que una mujer ha participado en la dirección se queda en un... 25%, cifra que suena emblemática: exactamente un cuarto.
25% procede, como ustedes saben, de 25 obras. De ellas, una fue dirigida por una mujer mano a mano con un varón, y otra incluye la participación de una mujer en una terna de tres.
Se lamenta un poco que, entre los primeros 50 títulos, el porcentaje de estas películas es menor que en la mitad de abajo. ¡Qué le vamos a hacer? Pues recordar que la primera que aparece en la lista es el numero 7: Noir Brésil, bello y casi imprescindible documental.
El porcentaje de directoras es ligeramente más elevado en los films franceses que en los de otras nacionalidades. Chechez la femme!
Pero ya está aquí una cinta qu´está peleando por aparecer. La medalla de bronce es para...
(Elías León Siminiani, 2004)
El Cinéfilo Ignorante ha perdido la cuenta de las veces que ha disfrutando, aunque sea inquietándose,
con la visión de El Tránsito o The Commute.
con la visión de El Tránsito o The Commute.
Antes de someterse a los 12 minutos exactos que dura este documental, no es mala idea atender a la presentación que Elías León Siminiani, el padre del invento, hace de su serie Conceptos Clave del Mundo Moderno recordándonos las normas a las que se tienen que atener todos ellos. El Tránsito, si no m´equivoco, el tercero de una serie de clave, responde a esas normas a pies juntillas, claro.
Entre esas normas no figura que la obligatoria voz en off adopte su carácter hipnótico a lo largo de la docena de minutos, que es, en primer lugar, lo que hace qu´el despistado espectador no se quiera perder detalle de los contundentes mensajes qu´escucha de ella. Asociados con sus comentarios, aturden los no pocos silencios que nos regala cuando coincide con imágenes que aumentan su intensidad tal vez porque echamos de menos la presencia de La Voz.
¿Que de qué va El Tránsito? Bueno; lo dice el título y es mejor no menearlo mucho. Sólo que, antes de ver la peli, sabemos que mucha, muchísima gente se pasa el día entero en el transporte público de las grandes urbes y que, necesariamente, gran parte de sus pensamientos se desarrolla en él. El plan consiste en que dejen d´entregarse a la funesta manía de pensar.
Lo qu´el espectador se preguntará hasta la extenuación, incluso una vez que ya se ha angustiado con el corto hasta el final, es si toda nuestra vida y, en concreto, nuestros viajes diarios están planificados de antemano, como parece querer transmitirnos el tal Siminiani. El caso es que una de las frases que más s´escucha de cualquier persona es qu´está cansada.
Dicho así, el asunto del film parece frío, escasamente convincente e incluso inductor para un estado depresivo. ¡Nada de eso! El ritmo del corto no cesa: avanza con grandes zancadas y no quiere uno que se termine nunca; la cabeza empieza a dar vueltas hacia la mitad del corto y seguirá rumiando teorías y planes malévolos hasta el punto de créerselos.
Es lo que se llama una película amortizada: con lo pequeñita que es, la cantidad de cero euros que, gracias a YouTube, e0 espectador ha invertido en ella y la cantidad de veces que se ha visto pasándolo pipa con su poquito de miedo. Vamos: el cocktail perfecto para que nosotros nos fabriquemos nuestro propio tránsito, que es lo suyo y lo que, tal vez, se haya pretendido con esta diminuta obra maestra.