miércoles, 6 de marzo de 2019

LAS 50 PELÍCULAS MÁS GUSTADAS DE 2018 (y VIII) . . La nº 1.

Ha llegado más tarde qu´en los demás galardones cinematográficos, pero ya está aquí la considerada como Mejor Película Vista en 2018 aunque no: no se lo vamos a poner tan fácil a ustedes, que tenemos la sana costumbre de hacer esperar con unos datos estadísticos para calentar motores, romper el hielo y alargar la llegada del gran momento.

En esta última ocasión, recogemos los datos sobre el género de Las 50 del año pasado y, fiándonos mayormente de la reputada film affinity y, en su defecto, de imdb además de algún caso inencontrable en el qu´el propio Cinéfilo Ignorante s´encarga de asignarle género a una de las 51, sí, 51 porque hay que recordar un ex aequo en el puesto 28º.

No vamos a disertar sobre lo subjetivo de la determinación del género de una obra cinematográfica, así, directamente, exponemos la lista correspondiente:

Dramas . . . . . .  28

Documentales . 14
Comedias . . . . .  3
Románticas . . . . 3
Thrillers . . . . . . . 2
Biografías . . . . .  1

¿Conclusiones? Las que ustedes quieran sacar, que ya sabíamos lo que nos gusta un buen dramón. Y los documentales, concepto muy del Ignorante que aquí escribe.

Ya está bien. The number one goes to...


1. THE DISASTER ARTIST 
(James Franco, 2017)




Para empezar engordando al mito, cumpliremos con el cliché de que Ha Sido Una Sorpresa que ganara esta peli, pero es qu´es cierto que, en las listas de ElBlogoCine, las comedias casi nunca han obtenido puestos altos: eso de que te hagan reír y, después, salir a la realidad y ver que esta no es precisamente lo que se dice divertida supone una decepción que, muchas veces, desvaloriza la obra cinematográfica que se creía llena de gracia.

The Disaster Artist escapa a eso porque, como no podía ser de otra forma, no es la típica comedia al uso. De hecho, los temas que toca son una profundidad que podría colarse en un dramón o un documental de lo más sesudo; la propia idea de la película, que no es sino contar la filmación de otra película, responde a las intenciones de un documental, género del cual, por fortuna, retiene ciertos tics si uno se fija un poquito.

¿Más temas? El primero, l´amistad, que no es cualquier cosa. Exagerando como le gusta hacer al Cinéfilo Ignorante, puédese decir que l´amistad es El Gran Asunto del Arte y que El Artista Desastre este se puede ver como una oda a l´amistad, afirmación bastante obvia por otra parte. Así que, en ese aspecto, ya empieza a verse muy bien.

Además: se aprecia, a lo largo de los 103 deliciosos minutos, la misma idea del arte, de lo que se considera como tal o de lo que se advierte con claridad que no lo es y que, así, se convierte en lo peor, es decir: en la peor de las pedanterías. ¿Pero lo pedante no es también...? ¿El uso de los tópicos? ¿La utilización, incorrecta y todo lo que tú quieras, pero utilización de símbolos presentes en la mayoría de las manifestaciones en la Historia del Arte? Y, encima, ¿es que no han oído hablar del arte basura?

Más: la locura, que también tiene tela. ¿No opinan que este es otro Gran Tema de las obras artísticas de toda el devenir de la humanidad? Algunas personas se nos aparecen como las típicas locas, pero dile tú al pretendido demente que no es un genio. Pregúntaselo a un tal don Quijote o recuérdaselo a uno que se llamaba Hamlet, que veía fantasmas y a fe suya que sí sabía donde. Tampoco es para decir que esta película sobrevuela todas las demás obras, digamos, estéticas, pero sí que recoge los temas fundamentales de las obras artísticas.

Casi por último, otro gran tema que no debe esquivarse en la propia idea de filmar una peli es un elemento tan misteriosamente rancio como es el dinero. O, más exactamente, de la importancia que cada uno le da y que, así, determina su capacidad como garante de hacerle feliz a uno. Que tampoco es una nimiedad precisamente.

Ah, ¡el amor! También tiene su cabida en este nuestro Número Uno, pero asoma con una sutilidad que es muy de agradecer de manera que, así, no cae ni en lo baboso ni en lo frívolo. Bravo por ello.

En aspectos más formales, es justo y necesario llamar l´atención sobre la forma en que los personajes expulsan sus palabras: la capacidad de enervarnos por parte del personaje principal no reside tanto en las frases absurdas que va soltando sino en el tono arrastrado, nasal y cansino con que s´expresa, en contraste con el discurso ágil en unos casos y sensible en otros durante la participación de los personajes en la película.

Hablando de intérpretes, gusta destacar los caretos de la troupe que s´encarga de grabar la película sobre la que trata esta película. ¡Es que uno tiene toda la cara director de cine, y otro, de productor, y otros, de montadores y demás miembros de un equipo de rodaje!
Por no hablar del supuesto excéntrico inventor de toda esta historia, que podríamos considerar hasta guapo, y de aquel que le sigue en la aventura, con su, volviendo a lo de antes, dicción sensible y forzadamente pausada. 

Tampoco hay que pasar por alto, en el guion, las réplicas y breves diálogos chispeantes de ingenio y, afortunadamente, de absurdo aunque también es verdad que ingenio y absurdo pueden combinar de maravilla, como en frases del calibre de ''I need to show my ass to sell this movie".

Por último, déjenme dedicarle una humilde apología a... al asco, sensación esta que, no me negarán ustedes, tiene su aquel. El asco o la repugnancia también aporta gracia y, de alguna manera, gusta decir que alguien o, por ejemplo, una forma de comer es, sencillamente, asquerosa. De repulsión también va bien servida la película.

No queremos cansar más. Sólo queda concluir con un piropo lejos de la magnificiencia: a ver quién es el guapo qu´encasilla The Disaster Artist en un género, en una etiqueta o en un canon al que están atadas casi todas las películas qu´en el mundo han sido. Esta es La Gran Excepción. Es decir: La Gran Obra.